
Las fieras hacen cosas de fieras y tienen una terrible debilidad por el fuego. Animales de Palacio reseña la novela gráfica "Los once".

Con su característica ironía Nicanor Parra solventa la trillada pregunta por quiénes son los cuatro grandes poetas de Chile diciendo, “son tres/ Alonso de Ercilla y Rubén Darío”. Chile no es solo silla o cuna de los gigantes Mistral, Neruda, Huidobro, de Rokha, Lihn, Parra, Teillier, Hahn, Maqueira, Martínez, Zurita o Rojas; es tierra fértil para el verso de los muchos que han hallado de paso, entre el Pacífico y los Andes, hogar, temblor o amistad.
Con este dosier, Sombralarga, desde su nocturno colombiano, se complace de conectar lazos de amistad con la escritura de sus contemporáneos en el país del Pacífico Sur. La poesía de Andrés González, Juan Esteban Plaza, Juan Santander Leal y Felipe Toro presenta diversas vetas por las que preocupaciones tradicionales y nuevas en el registro de la poesía latinoamericana y, en particular, chilena pueden transitar. El lenguaje ecológico que Delia Domínguez y el peruano Eduardo Chirinos han explorado, la presencia de la ciencia ficción y la experimentación verbal propia de Diego Maqueira, el tono nostálgico y bucólico del sureño Jorge Teillier y la acidez paródica de Bruno Vidal o Armando Uribe, están presentes en esta breve selección poética. Así como la forma de la flor invita a explorar del tallo a la raíz, esperamos que estos cuatro jóvenes poetas abran ojo y oído a la rica tradición austral que desde tan vivas voces ha explorado y continúa explorando la servil y soberana poesía.
Daniel Hernández
De Allí estás
Quebrada
Descansé bajo la sombra de un chañar.
Dejé mi sombrero en una rama.
Tomé un poco de agua, me saqué los zapatos.
Por aquí pasaba un río, había unos arbustos.
El viento entre los cerros sonaba como flautas.
Silbé por si el calor disminuía.
Tomé más agua, me puse los zapatos.
Recogí un palo, lo usé como bastón.
Ya estaba lejos, miré hacia atrás.
Aún veía el árbol, brillaban sus espinas.
1997
Pueblo contemplado con las líneas de la cara
casas que no saben dónde entierran a sus hijos
duna donde observas en la tarde a los que huyen
otros que preparan la corbata y los cuadernos
tiempo malgastado bajo el sol de la mañana
cápsulas que esperan en un borde de la mesa.
Lavanda ahora
Las confusiones que hacen verte sola
la ventana ataja un poco de calor
quince días en silencio y las novelas
te dicen el paisaje que debes apreciar
un campo de lavanda y lluvias en verano
el té se oxida en una esquina de la mesa
alguien se acerca a ti silbando un himno
toca la puerta de tu pieza con los dedos.
Comida cruda
¿Cómo me di cuenta? Los platos vacíos, la sal y la pimienta en la mesa.
Imposible salir del vocabulario privado que construimos con ternura y terminó por destrozarnos.
Compartimos incluso la hinchazón de los ojos en los días de trabajo,
la maestría de maquillarse en el metro, la lluvia cayendo en los zapatos negros.
Cenas para traer y llevar, planes de vacaciones, silencios y peleas agendadas.
Todavía huimos al Litoral Central en los feriados religiosos.
Así me di cuenta. Por la esperanza puesta en los reproductores musicales
por la triste convivencia con las cosas adquiridas.
Nada que no pueda arreglar un trocito de salmón sobre una bola de arroz,
un viaje a las importadoras, un helado de frutilla en el Paseo Estado.
Yo fui quien te arrastró a las convenciones, yo estoy obsesionado con ellas.
Imagínate que nuestra historia avanza sin repetirse, como los árboles de un parque.
Tú tienes el corazón más grande y firme que yo, de eso también me he dado cuenta.
De Cuarzo
La piel está despoblada al amanecer,
se abre la boca de los peatonales,
las clavículas son caminos cortados,
el pelo negro tapa los derrumbes,
la dentadura es tan difícil de olvidar.
Detrás de la persiana alguien muestra
el cuarzo por primera vez a un niño.
La prosa golpea los muros,
en la mesa hay una negra coliflor
que todavía parece comestible.
Cada siesta es un ejemplo,
cada hora de trabajo es un ejemplo.
El carpintero espera que su oficio
sea necesario nuevamente
y dos ancianos comparan sus manos
como si fuesen de un metal rayado.
*
Todo comienza con un resfrío,
el sábado reordena las calles,
el cuarzo elige sus antebrazos,
los circos se van de la ciudad.
Las polillas buscan las manos
de los jóvenes para dormir.
Los niños apuestan en la calle,
los profesores conversan con
los quejidos de las micros.
Las antenas desorientan a las abejas
los insomnes pueden ver el futuro,
las novelas no nutren ni sanan,
alguien pica pan para los pájaros.
La hija en el sofá mira a su gato
que rodea la concha donde bebe.
*
Existen diferentes tipos de cuarzo.
El citrino, variedad que homenajea a los artistas del trapecio.
El cuarzo azul es un triste adorno en las casas de los jubilados.
La venturina simula un cuerpo desnudo antes de entrar al agua.
El cristal de roca es usado para calmar la ansiedad de los animales.
El cuarzo límpido es un hombre acariciando la cabeza de su primer hijo.
El cuarzo crepita de vez en cuando, el cuarzo encandila de vez en cuando.
De Agujas
El mar lija el horizonte ante nosotros
monedas devaluadas por la brisa marina,
las púas me dejaron transitar hasta tus labios.
Y las maniobras que preparé
para que durmiéramos de día
se ríen nerviosamente de nosotros.
Las gaviotas se retiran en silencio
llevando ropa negra, planchada y nueva.
Los que van desnudos buscan algas rojas
para depositarlas en tus labios y sanarte.
Los que juntan conchas tienen las manos llenas y no saben qué hacer.
*
Amanecí con una astilla del sueño en la planta del pie
¿Con qué lupa y qué pinza puedo sacarla?
Encontré una concha de loco
y en vez de ponérmela en la oreja
miré en su interior
y estaba llena de Orfeos.
Ni el oído más vulnerable
responde los mensajes
que trae la conchuela.
Aíslo el elemento más triste de una lágrima
y un alacrán diminuto camina por tu frente.
Nunca había visto olas que dijeran tan poco
ni piedras tan parecidas a un ser humano.
*
Las rocas protegen la bahía en posición fetal
y no se vuelve a pensar en lo que entra desafilado en la memoria
y no se vuelve a pensar en lo que el mar sutura rápido.
Qué ansia tiene la aldaba que toca las puertas del aire
por tu pelo negro
largo
liso
grueso
los acantilados fueron hechos a mano.
Era fácil para ti transmitir la locución de las olas
cuya espuma no es ni del día ni de la noche
queríamos vivir en una jaula como los canarios.
El último mes mis pupilas formaron un clavel de sedimento
y tú te fuiste entre las dunas
como entre mis huellas digitales.
Las fieras hacen cosas de fieras y tienen una terrible debilidad por el fuego. Animales de Palacio reseña la novela gráfica "Los once".
Reseña de la última novela de Pablo Montoya, premio Rómulo Gallegos 2015.
Una écfrasis tremenda del fresco de Masaccio en la capilla de Brancacci.
Después de una larga búsqueda, cuatro poetas rescataron este poema insurrecto escrito en 1963 que pasó de largo por la crítica poética patriarcal.
El poeta ante la fosa común es agua verde / sangre de la sequedad / antes habitada por ojos y horizontes
Sombralarga entrevistó al autor de Librerías, Premio Anagrama de Ensayo 2013.