
Reseña de la novela del escritor colombiano Roberto Segrov, Anatomía del abismo, publicada en 2020

Genética
Un velero en un charco lácteo, limpio
en el centro del mundo palpitando, amanso
reproduzco el sol
universo por universo.
De Freud ya heredé dos, tres angustias;
de San Agustín, Balzac, Santo Tomás,
de todas las religiones,
asco de mí misma.
Soy mujer, una llaga abierta por donde sale el mundo
Hasta el mundo.
Contorno de gravedad
Padece estrechez de párpados,
y en consecuencia,
no puede ver al tigre en los ojos de las masas.
Ha perdido gravedad,
el diente desencajado de la noche
ya no gime
y se conforma
con la movilidad que necesita
para escurrir las últimas llamas.
Maquillaje
Solo somos un rostro que ha pasado.
Luz Mary Giraldo
No había anatomía
ni polinomio terror
ni dilatación fervor
no florecer
no mugre en molde
ni miedos en montonera
no había mancha:
todo el suicidio
estaba adentro.
Concepción
Alas se hicieron
del gélido retazo de tu cuerpo y de mi cuerpo
exprimidos de antiguas cepas,
dicotomías chupadoras de lenguaje.
Alas se hicieron
de nuestra mutua especulación,
lacerada de mitos.
Abiertas alas se interpusieron,
regurgitaron su asombrosa sanación,
su acorde ciego.
Alas se fusionaron en líquido,
armaron almas,
tan hinchadas en las placentas
que solo es cuestión de tiempo
para que sean expulsadas
de su falso paraíso.
Manual de instrucción suficiente
Tu casa blanca y tu jardín tranquilo dejaré
Para que sea la vida deshabitada y clara.
Ana Ajmátova
Hablamos pero había una alerta gris
pero la gestación pero los óvulos
nadie más quiso comernos así pretendes
que te delate en silencio que te lo explique
no hubo manjar no hubo plato buscaste
en los cajones de plata de los rincones.
Si hubieras leído a Lispector tendrías rebaño
pero eres intelectual de esos silentes
de esos que hablan de Dios y los colombianos
como si fueran fichas de lego o fósforos mojados
debajo de la pipa donde el gas oliendo a gas
un día de estos podría permitirnos el suicidio
donde el sueño oliendo a sueño oliendo a vino calentado.
Me miraste pero no me miraste pero me miraste
nunca supiste leerme en esos silencios
porque había una mala cepa una mala cepa una mala torta
y había que repetir para la memoria
escribir dos veces dos para dejar todo esto consignado
en tu memoria de los juzgados.
Me buscaste para ser tú para ser más tú para creer que eras tú
para escribir el divino tú el yo
el yo que no es yo es tú me hablaste
para enseñarme que las palabras eran maneras
para educarme en que los desviajes eran el nombre
para los duelos
para decirme que era tu forma que tu manera que tu estrategia
para aleccionarme con tus ovulaciones inmaculadas
tus menstruaciones tus maneras de menstruación
tus senos doliéndote con el rozar de las frazadas de las noches
tus maneras de ser mujer de ser hombre de ser mujer entendías.
Entendías que ser yo la que escribe era muy fácil
dejar abierta la regadera abierto el botón
era fácil permanecer en esta orilla donde la monogamia
pero la infidelidad pero la monogamia
es más posible que en ese lado de ese lado
luego me explicaste que había perdido
aunque yo había ganado había perdido
porque solo tú sabes de esas maneras y esas constancias.
Hablamos pero tú no habías leído a Pizarnik
era imposible explicarte lo del estado de gracia
y que Alfonsina tuvo que hundirse en el mar
porque su fuente aleteada de aves se le inundó.
Selección realizada del poemario El aparato que late (2021), publicado por la Editorial Domingo Atrasado.
Reseña de la novela del escritor colombiano Roberto Segrov, Anatomía del abismo, publicada en 2020
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